Por cosas del zapping, el domingo 19 de septiembre encontré en un canal de la TV que iban a poner Pena de Muerte (Dead Man Walking), una película escrita y dirigida por Tim Robbins, en la que Susan Sarandon interpreta a una monja que acepta visitar a un condenado a muerte, papel que desempeña Sean Penn, y a partir de ahí se involucra en todo el proceso de ejecución, hasta el final.
Me dispuse a ver, de nuevo, el filme porque explora bastante bien ese calvario que es la ejecución de una persona; algo bastante común en algunas entidades de los Estados Unidos. Y algo también muy padecido por los mexicanos que han cruzado la frontera en la esperanza de tener una mejor vida.
La interpretación de Sarandon le valió un Oscar y para mi gusto muy merecido. De igual forma la actuación de Penn es magnífica.
El caso es que la película me puso a pensar en los días de llanto y dolor que muchas familias mexicanas, por pensar solo en las de mi país, viven cada día. En la cinta se ve claro que llanto y dolor se mezclan con el odio, el deseo de venganza, la impotencia, etcétera, según vemos el mundo desde el lado del condenado a muerte y/o su familia o desde el punto de vista de los familiares de las víctimas.
Gracias a la internet, puedo decirles que la película referida está basada en un libro de la hermana Helen Prejean, cuya web se puede ver acá(aclaro que está en inglés).
Más sobre la pena de muerte en la página de Amnistía Internacional(AI) y en la página de AI correspondiente a México.
Y en este enlace en Google.
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