Es evidente que un partido al momento que llega al poder tiene la prueba del ácido y se requiere un enorme ejercicio de virtud política, de ejercicio ético, y que se respeten las reglas para no incurrir en este deterioro. Me parece que es un desgaste previsible por el ejercicio mismo del poder y su cercanía con él, pero el remedio no es asumir que todo es mejor cuando no se tiene el poder. La clave es que el PAN sea firme, fuerte y leal a los principios y valores que siempre ha sostenido.
Lo dice Felipe Calderón Hinojosa, aspirante a la candidatura presidencial panista.
Felipillo fue entrevistado por Georgina Saldierna de La Jornada y en la conversación deja entrever que no fue muy limpio el proceso de elección de Manuel Espino como presidente del CEN del PAN.
También, Calderón se queja de que hay demasiada presencia de algunos precandidatos y, quizá ingenuamente, dice que eso lo debe remediar el partido.
Asegura que con Espino su candidatura no se debilita porque, como ha dicho en otras entrevistas, se considera "un panista todo terreno, cuatro por cuatro".
Lo cierto es que, como el mismo Calderón lo acepta en la entrevista, la llegada de Espino se dió en base a acuerdos con diversos consejeros, lo que presupone incluso pactos respecto de la candidatura presidencial, que a juzgar por la corriene a la que pertenece Espino y por el aval que el presidente Vicente Fox y especialmente Marta Sahagún le han dado, no incluyen al michoacano.
También es claro que las reglas internas del PAN dan mucha, muchísima, manga ancha para orientar el proceso de elección de un candidato presidencial. Lo que perjudicará a la mayoría de los precandidatos y operará en contra de una práctica democrática interna partidista, pero por años a los panistas les ha gustado simular y por lo visto seguirán haciéndolo.
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