Y da una razón:
La connivencia entre el narcotráfico y la corrupción política, que se extiende por un país que parece cada vez más inundado por una delincuencia organizada que empapa todo el tejido político y social.No le sobra razón. Ya igualamos a Colombia, algunos dicen que la hemos superado, un país donde ser periodista es casi como una condena a muerte.
Ahora protagonizamos, junto con Venezuela, debates al interior de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) por el vulnerado derecho a la información.
Periodistas asesinados y desaparecidos; diarios asediados por el poder público (caso Noticias de Oaxaca) y una larga cauda de agresiones constantes, cotidianas, contra reporteros, fotógrafos, camarógrafos.
Es el México actual. Si al alcalde del pueblo no le gusta tu trabajo dejará de comprar publicidad en tu medio y hablará con sus amigos para que sigan el ejemplo. Si al narco le molesta que lo exhibas, mandará a sus matones a silenciarte.
Si hasta el presidente Vicente Fox se alegra de que su mujer, Marta Sahagún, haya denunciado a Proceso y a Olga Wormat porque publicaron detalles del juicio de su matrimon eclesiástico.
Parafraseando al general Zapata: !la libertad de expresión es de quien la trabaja! Todavía. ¿Por cuánto tiempo mas?
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